Si tienes un dinero ahorrado y te queda todavía hipoteca por delante, es probable que en algún momento te plantees amortizar parte de la hipoteca. Pero, ¿es mejor reducir el plazo que tenemos pendiente o quitarnos algo de cuota que abonamos mensualmente? Te lo contamos.
La negociación de un préstamo hipotecario incluye, entre otros muchos conceptos, el tiempo de devolución y la cuota mensual a pagar en función del interés pactado. A medida que van pasando los años, es posible que logremos ahorrar una cierta cantidad de dinero y queramos utilizar la misma para amortizar nuestra hipoteca. Una situación bastante común que plantea una duda: ¿Es mejor reducir el plazo y terminar de pagarla antes o, en su defecto, deberemos optar por reducir la cuota y así tener algo más de dinero mes a mes?
Para tomar la decisión final, deberemos tener en cuenta una serie de parámetros que pueden decantar la balanza hacia uno u otro lado. A continuación te vamos a contar qué significa amortizar una hipoteca y cuándo conviene restar algo de plazo o reducir la cuota.
Qué significa amortizar una hipoteca
Amortizar una hipoteca, o cualquier otro préstamo, significa reembolsar de forma anticipada el dinero prestado. En el caso de las hipotecas, la forma de amortización más habitual es la amortización parcial. Es decir, se trata de una aportación que ayuda a reducir la deuda, pero que no es suficiente para cubrir la totalidad de la misma, por lo que el titular del préstamo continúa debiendo dinero a la entidad en cuestión.
Esta situación da lugar a que tengamos dos opciones: podemos elegir entre reducir la cuota que pagamos mes a mes o, por el contrario, seguir pagando la misma cantidad, pero reducir el número de cuotas pendientes que faltan. Es decir, el plazo.
Qué debemos tener en cuenta antes de tomar una decisión
La economía es una ciencia que nos obliga a estar constantemente tomando decisiones en torno a nuestro dinero. Antes de realizar una amortización de nuestra hipoteca, con independencia de que sea de plazo o de cuota, debemos tener en cuenta los siguientes elementos:
- El tipo de interés: Existen tres tipos de hipoteca: fija, variable o mixta. Desde un punto de vista financiero, si el interés de nuestra hipoteca es muy bajo, puede ser más rentable destinar el dinero ahorrado a otros productos financieros, como un depósito o una cuenta remunerada, que nos permita obtener un extra de nuestro dinero. Para estudiar esta situación, toca sacar la calculadora y valorarlo.
- El coste de la hipoteca: Pese a que cada vez es menos habitual, puede que nuestra hipoteca tenga asociada una penalización por amortización anticipada. Deberemos informarnos sobre ello.
- La fiscalidad: Si firmaste tu hipoteca antes del año 2013, seguro que sabes que te corresponde un 15% de desgravación en tu Declaración de la Renta hasta un máximo de 9.040€. En este caso, deberás calcular si te compensa perder esta desgravación.
Cuándo conviene amortizar el plazo
Como ya hemos explicado, cuando amortizamos el plazo de nuestra hipoteca estamos aportando una cierta cantidad de dinero para reducir la duración del crédito restante. La cuota permanecerá, por tanto, igual, pero reduciremos el número de cuotas totales a abonar.
La ventaja principal de amortizar el plazo es que reducimos el total de intereses que pagaremos, puesto que estamos acortando su duración. Si tenemos un tipo de interés alto y nos quedan bastantes años por delante, podemos disfrutar de un ahorro considerable. Además, es una opción muy interesante cuando tenemos una hipoteca variable, puesto que los tipos de interés pueden cambiar en cualquier momento y estresar nuestra economía doméstica en el peor momento posible.
Amortizar el plazo de nuestra hipoteca tiene una desventaja que deberemos valorar: nuestra liquidez actual no mejorará y, además, perderemos el colchón de seguridad que hasta ahora teníamos y que nos permitía disfrutar de una cierta tranquilidad. Si nuestros ingresos actuales no nos permiten llegar a final de mes de manera desahogada, y además nuestra hipoteca es variable, es probable que una subida de tipos en el corto o medio plazo comprometa todavía más nuestra economía diaria. En este caso, quizás podríamos optar por la amortización de cuota y, así, oxigenar un poco nuestras cuotas.
Amortizar el plazo puede ser una buena idea si:
- Quieres pagar menos intereses y minimizar el coste total del préstamo.
- Tu situación financiera no va a variar en el medio plazo y tienes una cierta estabilidad.
- Quieres liberarte cuanto antes de la deuda.
Cuándo conviene amortizar la cuota
Si optamos por reducir la cuota, estaremos reduciendo el pago mensual que realizamos a la entidad. La principal ventaja de esta vía es que nos permite disfrutar de un alivio financiero inmediato, por lo que puede ser una buena opción si vamos algo justos de dinero. De este modo, tendremos más capacidad para resolver cualquier imprevisto o para invertir parte de nuestros ahorros en algún producto financiero que nos permita obtener un extra de rentabilidad.
La amortización de cuota también tiene desventajas como es, por ejemplo, que estaremos pagando intereses durante el mismo periodo y si tenemos un interés variable que en algún momento crece más de lo planificado, a largo plazo esto puede traducirse en una buena cantidad de dinero.
Amortizar la cuota puede ser una buena idea si:
- Quieres tener una mayor liquidez mes a mes.
- No tienes estabilidad suficiente como para hacer una planificación adecuada durante los próximos años.
- Tienes un interés muy bajo, puesto que el ahorro de interés final no será tan destacado.
Sobre el papel
Si nos centramos en el aspecto puramente económico, normalmente es más interesante amortizar el plazo que la cuota, puesto que los intereses totales que abonamos por el préstamo se reducen. No obstante, esto no quiere decir que sea la decisión adecuada para cualquier persona. Como siempre ocurre en economía, deberemos evaluar nuestra situación personal antes de tomar la decisión final, teniendo en cuenta lo mencionado previamente.
Una buena idea también es acudir a nuestra entidad a que alguno de sus asesores nos informe con los números delante sobre el impacto que tendrá cada decisión. Con un análisis detallado, será más fácil tomar la decisión más conveniente según nuestra situación financiera.
Otras formas de aprovechar el dinero
Como decíamos, hay otras formas de las que sacarle partido al dinero que tienes ahorrado. Si crees que el beneficio de amortizar la hipoteca va a ser demasiado limitado, tal vez te compense más invertirlo de otra manera. Los siguientes son solo algunos ejemplos.
Cuentas remuneradas: Pueden ofrecer rentabilidades entre el 2-3% TAE sin apenas riesgo. Son como una cuenta bancaria normal: la mayoría te deja usar el dinero cuando quieras, pero con la ventaja de recibir un incentivo a final de mes. Con jerga económica, diríamos que son ideales para mantener la liquidez mientras obtienes rendimiento. Algunas entidades premian a los nuevos clientes con bonificaciones adicionales por domiciliar nómina o recibos. Existen numerosos bancos digitales que también te premian por abrirte una cuenta.
Depósitos a plazo fijo: Con rentabilidades ligeramente superiores a las cuentas remuneradas (2,5-3,5% TAE), comprometes tu dinero durante un periodo determinado. Son lo mejor si sabes que no vas a tener que recurrir al dinero a corto plazo.
Fondos de inversión conservadores: Los fondos monetarios o de renta fija a corto plazo ofrecen rentabilidades moderadas con bajo riesgo. Además cuentan con una ventaja fiscal: no tributas hasta que no rescates la inversión.
Planes de pensiones: Además de preparar tu jubilación, ofrecen ventajas fiscales inmediatas al reducir la base imponible del IRPF. Son especialmente interesantes para contribuyentes en tramos altos de tributación.
ETFs indexados: Para aquellos sin problema para olvidarse del dinero durante un largo tiempo, los fondos cotizados que replican índices bursátiles ofrecen diversificación con bajas comisiones. A nivel histórico (por regla general) han proporcionado rentabilidades superiores a largo plazo. Es decir, es la inversión en la que mayor retorno ganarías, aunque también implican un mayor riesgo.
Inmuebles para alquiler: Si dispones de capital suficiente, la inversión en más bienes inmobiliarios genera ingresos recurrentes y disfruta de una habitual revalorización, aunque requiere de una mayor gestión por tu parte.
Letras del Tesoro: Deuda pública a corto plazo con rentabilidades competitivas y total seguridad, aunque menos líquida que otros productos.