A la hora de conducir, por muy presentes que tengamos la seguridad vial y el cumplimiento de las normas de tráfico, podemos llegar a cometer una infracción que sea castigada con multa. Si estás pensando en no pagar una si no estás de acuerdo con la misma, echa un vistazo a las posibles consecuencias.
Las multas que se reciben más comúnmente provienen de infracciones de tráfico y las aplica la Dirección General de Tráfico (DGT), aunque otros organismos públicos pueden poner multas también (como por ejemplo los ayuntamientos). Puede que no estés conforme con dicha sanción y decidas no pagar la multa. En ese caso, te contamos cuáles pueden ser las posibles consecuencias.
Qué ocurre si no pagas
Una vez que se recibe la notificación de una multa, hay un periodo de 30 días para recurrir la multa, es decir, para presentar alegaciones en caso de que la persona que ha recibido la sanción considere que no es justo que se le aplique una multa.
Si continúas sin ejercer la obligación de pago, la entidad denunciante, como la DGT, acabará por desentenderse de la misma, pero entrará otro organismo en juego: Hacienda. La Agencia Tributaria se encargará de sustraerte el dinero de la multa y los posibles recargos. Para ello, te enviará un aviso de que dispones de un nuevo plazo para pagar la multa mediante el procedimiento que se conoce como Providencia de Apremio. En un primer lugar, con un recargo adicional del 10% sobre el coste original. Una vez que finalice este periodo, el coste volverá a subir de nuevo hasta un 20%, incluyendo las costas de la propia notificación e intereses por la demora.
En última instancia, si seguimos haciendo caso omiso a los avisos podría llegar la resolución definitiva en forma de embargo de cuentas. Otra alternativa que se contempla es descontando el importe de la cantidad que tendrían que devolverle a la persona en relación a su declaración de la Renta, en caso de que esto aplique. Así que te quedarías sin dinero aunque salga «a devolver».